Cómo los códigos ISO conectan el mundo

Los códigos nos sugieren casi siempre misterio y secretos, pero en otras ocasiones son fuente de claridad y uniformidad en un mundo en continua transformación.

Estamos atravesando una época de cambios sin precedentes. Los titulares se enfocan con avidez en la innovación de la semana, pero damos por sentados algunos de los sistemas más cruciales que nos ayudan en nuestra vida cotidiana y que nos mantienen conectados.

¿Probó alguna vez a realizar un pago internacional por Internet o transferir dinero al extranjero? En 2021, el 76 % de los habitantes del planeta poseía una cuenta bancaria. La transferencia de fondos entre dos países diferentes sería pasto de todo tipo de riesgos de seguridad si no existiera un código inequívoco y único para identificar las cuentas de origen y de destino. Gracias al sistema de códigos IBAN, cada día se realizan sin problema alguno miles de millones de transacciones de este tipo.

Damos por sentados algunos de los sistemas más cruciales que nos ayudan en nuestra vida cotidiana.

¿Y qué decir de enviar un paquete a un ser querido que vive en otro país? El 93.1 % de nosotros disponíamos de servicios postales en 2020. No obstante, bastaría con omitir un solo dígito o indicar un código de país incorrecto para desatar una pesadilla logística para las organizaciones postales y las empresas de mensajería internacional. Tal vez su paquete no llegaría jamás a su destino.

La mayoría de nosotros empleamos estos códigos de país en nuestra vida cotidiana, pero sabemos muy poco de cómo funcionan y por qué son tan importantes. ¿En qué consisten exactamente?

Cuestión de identidad inconfundible 

Los múltiples nombres y grafías de los países son un campo minado potencial de incoherencias entre diferentes conjuntos de datos y plataformas de todo el mundo. Las letras y números en formato abreviado se pueden reconocer, recordar e identificar fácilmente; al haberse establecido como norma internacional, no requieren traducción. Dado que las cadenas de suministro y los servicios postales cubren todo el planeta, apostar por lo sencillo es una forma de prevenir la confusión entre los miles de idiomas que hablamos los seres humanos.

La mayoría de nosotros empleamos códigos de país en nuestra vida cotidiana.

Fue con esta idea en mente que ISO desarrolló IS0 3166. Esta norma establece códigos reconocidos internacionalmente, compuestos por letras y números: identificadores breves e inequívocos para identificar países, territorios dependientes y zonas especiales de interés geográfico. Por ejemplo, Italia se abrevia como IT, ITA y 380, mientras que Japón es JP. JPN y 392. La idea es representar a los distintos países de una manera más práctica y menos ambigua que sus nombres completos.

Estos conjuntos únicos de códigos constituyen una Norma Internacional ampliamente utilizada y permiten un intercambio fluido y seguro entre países, tanto de mercaderías como de información, ahorrando tiempo y evitando errores.

Conexiones a través del código

De Afganistán a Zimbabue y en cualquier del mundo entre ellos, los códigos de país abren la puerta a nuestras comunicaciones internacionales, desde llamadas internacionales hasta miles de plataformas de Internet. Rara vez pensamos en ellos, pero estos códigos ayudan a trazar hacia dónde se realiza una llamada internacional y de dónde procede.

Estos códigos también sustentan y facilitan toda nuestra actividad en Internet, ya que nos brindan en la mayoría de los casos la ubicación geográfica específica de los sitios web. Por ejemplo, la terminación «.ca» nos indica que un dominio se encuentra en Canadá, mientras que «au» revela una ubicación en Australia. Al brindar identificadores claros e inequívocos para las cantidades ingentes de datos digitales que viajan a diario por todo el mundo, estos humildes códigos son vitales para el desempeño en la web de empresas y organizaciones. Constituyen una herramienta inestimable a la hora de abordar y mejorar la calidad de los contenidos en función del público destinatario.

Imagen de Referencia

Además de allanar el camino en todo tipo de situaciones, desde las transacciones financieras hasta las reuniones familiares, los códigos de país también se adoptan ampliamente en la programación, el procesamiento de datos y la industria de la aviación.

Si hablamos del sector de los viajes, los pasaportes legibles mecánicamente utilizan códigos de país para registrar la nacionalidad de su titular. También se benefician los trabajadores gubernamentales que necesitan buscar, registrar e intercambiar datos con contenido geográfico mundial.

Los códigos de país abren la puerta a nuestras comunicaciones internacionales.

Vivir según el código

Más que en ningún otro momento de la historia de la humanidad, estamos conectados más allá de franjas horarias y fronteras nacionales. Miles de estas conexiones diarias son posibles gracias a un sistema de números y letras que la mayoría no vemos ni comprendemos. No obstante, es este sistema prácticamente invisible el que hace posible los flujos seguros de dinero, la interconexión instantánea de las llamadas y la claridad del tráfico de la web.

En palabras sencillas, el sistema de codificación ISO 3166 trasciende las barreras que afrontamos a escala internacional. Por muy diferentes que seamos, los códigos nos representan a cada uno de nosotros de una manera que todos podemos comprender. En un mundo en el que todos merecemos representación, estas normas ofrecen hoy soluciones prácticas para que no tengamos que encargarnos personalmente.

Fuente: www.iso.org